21.7.11

Artículo de opinión. La sublevación militar de julio de 1936

Por Francisco Sanchis Gadea


Sin lugar a dudas a pesar del aumento de la conflictividad social y la violencia política que se daba desde finales de febrero de 1936, el alzamiento militar se debió a la voluntad de sectores de la derecha reaccionaria, existente de mucho antes, de finiquitar la democracia republicana.

Las primeras noticias de la insurrección se conocieron, en Polop, a media tarde de aquel caluroso sábado 18 de julio de 1936. Un conciso escrito dirigido a Luís Deltell, secretario provincial del PSOE y UGT, que se encontraba disfrutando de un descanso veraniego, le obligó a partir precipitadamente. En la Nucia, la CNT ofrecía un mitin que se interrumpió cuando se les presentó una nota firmada por un concejal del Ayuntamiento polopino alertando de la sublevación en distintos lugares del país.

En Polop, durante toda la noche, se sucedió un trasiego de concejales, curiosos y gentes inquietas que ansiaban recibir alguna noticia; una comisión municipal se desplazó a Alicante para tratar de informase del curso que tomaban los acontecimientos. La mañana del domingo 19 de Julio se celebró una sesión plenaria extraordinaria y urgente en la Casa Consistorial donde se dio cuenta de las últimas noticias recibidas del movimiento subversivo mostrando su total adhesión al Gobierno de la República. Las primeras disposiciones que se adoptaron, en medio de la inicial confusión, fue realizar los correspondientes registros con el objetivo de desarmar a los elementos sospechosos y posibles cómplices de los sublevados. Se constituyeron las milicias armadas que prestaron servicio de vigilancia en la Carretera y lugares estratégicos de la localidad controlando las entradas y salidas, identificando a cualquier vehículo o persona sospechosa. Para mejor servicio y defensa de la República se procedió a la incautación de determinados edificios que se dispusieron para fines benéficos y de utilidad del pueblo. Asimismo se procedió, también, a requisar la fábrica de luz y las aguas pasaron a una única administración municipal. La situación se pudo controlar desde los primeros momentos y, afortunadamente, no ocurrió ningún acto violento.

No sucedió así en todas partes pues el Gobierno se veía impotente para poner freno a determinadas situaciones incontroladas. Sin embargo se dieron acciones y gestos ejemplares de valor y generosidad. Así debemos entender la actuación del Alcalde, Joaquín Fuster Pérez, en las primeras semanas de la Guerra Civil. La presión que ejercía sobre Madrid el ejército sublevado y la posterior respuesta de las milicias que gobernaban la capital persuadió al Teniente de la Guardia Civil, Joaquín Pérez Fuster, del grave peligro que corría y decidió salir con destino a su domicilio de Polop. Con anterioridad había ostentado el mando de la Jefatura de Línea de la Guardia Civil en Villajoyosa por lo que era conocido en sectores republicanos. Enterado de su presencia, un grupo incontrolado de anarquistas trato de localizarlo para darle un singular “paseo” pero Joaquín Fuster hizo ostentación de su autoridad no permitiendo bajo ningún concepto que fuera detenido pues hubiera significado su sentencia de muerte. No obstante el peligro que representaba la permanencia en su domicilio propició la decisión de trasladarlo a Alicante para situarlo en un recaudo seguro. Posteriormente pudo cruzar las líneas y llegar a la zona sublevada.

Finalizada la Guerra Civil, Joaquín Fuster fue encarcelado y juzgado por auxilio a la rebelión. El capitán Joaquín Pérez intercedió por el detenido y su aval le salvó de la probable pena de muerte. Escribió al Presidente del Tribunal Militar que le juzgaba con estas palabras: “No solo no asesinó a nadie sino que no permitió, allí donde se encontraba, que nadie fuera molestado”.

Setenta y cinco años después tenemos el deber de recordar a ambos pues es totalmente cierto que en los momentos difíciles, en las guerras, aparece lo mejor y lo peor de los seres humanos y asimismo debemos rememorar aquellos días como el fin de una esperanza.

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