Por Francisco Sachís Gadea
Amanecía el año 1923. La crisis política y social se acentuaba en todo el país con los desastres cosechados en la guerra de Marruecos, la conflictividad social y el orden público. La Monarquía de Alfonso XIII sufría un gran desprestigio. El Gobierno de concentración presidido por el liberal Manuel García Prieto fracasa pues el sistema de la Restauración no evolucionó hacia una democracia plena. El 11 de junio de 1923, se vio obligado a aceptar una comisión parlamentaria que investigará las responsabilidades derivadas de la guerra lo que iba a dejar de manifiesto la propia del Monarca.
Las asonadas militares se sucedían, día tras día, hasta que el general Miguel Primo de Rivera sublevó la Capitanía de Barcelona publicando en la prensa, 13 de septiembre de 1923, un comunicado cuyo contenido exponía temas a resolver como el terrorismo, la regeneración política y la “salvación de la patria”. Toma el poder con muchos apoyos y la connivencia del Monarca nombrando un Directorio militar. El Gobierno, agotado, no hizo nada para defender el orden constitucional y presentó la dimisión un día después. Se suceden adhesiones de los sectores más conservadores, gran parte del ejército y algunas clases medias permaneciendo silenciosa y con temor el resto de la población; los partidos políticos mostraron su oposición pero no movilizaron a sus bases, los sindicatos radicales fueron perseguidos y se trató de integrar a los moderados. Las primeras medidas adoptadas consistieron en la disolución de las Cortes, suspensión de la Constitución, ilegalizar los partidos políticos y decretar el estado de guerra. Destituyó a los Gobernadores Civiles y disolvió los Ayuntamientos.
En Alicante, es cesado el Gobernador Civil, remplazado por el Gobernador Militar, Cristino Bermúdez de Castro, que proclamó, 15 septiembre de 1923, el estado de guerra en toda la provincia e impuso la censura. Por Real Decreto se suspendían los Ayuntamientos y las Diputaciones Provinciales, ordenando la sustitución de los concejales por unos vocales asociados que se elegían entre los mayores contribuyentes.
Para el Partido Judicial de Callosa de Ensarria es nombrado, Delegado Gubernativo, el capitán Delfino Álvarez Entrena, persona autoritaria que se caracterizaba por las misivas dirigidas a los Alcaldes de su jurisdicción. El Gobernador Cívico-Militar deseaba Ayuntamientos en total sintonía con el Régimen, lo que obligó, al nombramiento de Alcaldes con ascendencia militar. El Régimen se fue posesionando, encontrándose con una bonanza económica y manteniendo el orden público con rigor. Tras su viaje a Italia, Primo de Rivera decidió fundar, una organización civil que le prestara apoyo. La “Unión Patriótica” fue el partido único, sin ideario, un montaje que se encargarían de poner en práctica los Gobernadores para dar sustento al Directorio.
A finales de 1925 concluyeron las satisfactorias campañas de Marruecos con el desembarco de Alhucemas. El Régimen vive sus mejores momentos, los “felices años veinte”, con una coyuntura internacional favorable y una alta cotización de la peseta; se aprovecha para sustituir el Directorio Militar por un Directorio Civil.
Las manifestaciones de entusiasmo dieron paso a una creciente oposición, verano de 1927, en la opinión pública. Los políticos de la Restauración criticaban con dureza al Gobierno y a la Monarquía. El deterioro de la economía, la crisis política e institucional y un distanciamiento de los intereses que fueron su sustento, acabaron con esa falsa sensación de prosperidad económica y finiquitaron el sistema. El fracaso del régimen repercutió totalmente sobre el dictador. Perdió el apoyo de los industriales, terratenientes, el ejército y del propio monarca. A finales de enero de 1930 dimitió y se exilió en Paris, ciudad donde fallecería.
Amanecía el año 1923. La crisis política y social se acentuaba en todo el país con los desastres cosechados en la guerra de Marruecos, la conflictividad social y el orden público. La Monarquía de Alfonso XIII sufría un gran desprestigio. El Gobierno de concentración presidido por el liberal Manuel García Prieto fracasa pues el sistema de la Restauración no evolucionó hacia una democracia plena. El 11 de junio de 1923, se vio obligado a aceptar una comisión parlamentaria que investigará las responsabilidades derivadas de la guerra lo que iba a dejar de manifiesto la propia del Monarca.
Las asonadas militares se sucedían, día tras día, hasta que el general Miguel Primo de Rivera sublevó la Capitanía de Barcelona publicando en la prensa, 13 de septiembre de 1923, un comunicado cuyo contenido exponía temas a resolver como el terrorismo, la regeneración política y la “salvación de la patria”. Toma el poder con muchos apoyos y la connivencia del Monarca nombrando un Directorio militar. El Gobierno, agotado, no hizo nada para defender el orden constitucional y presentó la dimisión un día después. Se suceden adhesiones de los sectores más conservadores, gran parte del ejército y algunas clases medias permaneciendo silenciosa y con temor el resto de la población; los partidos políticos mostraron su oposición pero no movilizaron a sus bases, los sindicatos radicales fueron perseguidos y se trató de integrar a los moderados. Las primeras medidas adoptadas consistieron en la disolución de las Cortes, suspensión de la Constitución, ilegalizar los partidos políticos y decretar el estado de guerra. Destituyó a los Gobernadores Civiles y disolvió los Ayuntamientos.
En Alicante, es cesado el Gobernador Civil, remplazado por el Gobernador Militar, Cristino Bermúdez de Castro, que proclamó, 15 septiembre de 1923, el estado de guerra en toda la provincia e impuso la censura. Por Real Decreto se suspendían los Ayuntamientos y las Diputaciones Provinciales, ordenando la sustitución de los concejales por unos vocales asociados que se elegían entre los mayores contribuyentes.
Para el Partido Judicial de Callosa de Ensarria es nombrado, Delegado Gubernativo, el capitán Delfino Álvarez Entrena, persona autoritaria que se caracterizaba por las misivas dirigidas a los Alcaldes de su jurisdicción. El Gobernador Cívico-Militar deseaba Ayuntamientos en total sintonía con el Régimen, lo que obligó, al nombramiento de Alcaldes con ascendencia militar. El Régimen se fue posesionando, encontrándose con una bonanza económica y manteniendo el orden público con rigor. Tras su viaje a Italia, Primo de Rivera decidió fundar, una organización civil que le prestara apoyo. La “Unión Patriótica” fue el partido único, sin ideario, un montaje que se encargarían de poner en práctica los Gobernadores para dar sustento al Directorio.
A finales de 1925 concluyeron las satisfactorias campañas de Marruecos con el desembarco de Alhucemas. El Régimen vive sus mejores momentos, los “felices años veinte”, con una coyuntura internacional favorable y una alta cotización de la peseta; se aprovecha para sustituir el Directorio Militar por un Directorio Civil.
Las manifestaciones de entusiasmo dieron paso a una creciente oposición, verano de 1927, en la opinión pública. Los políticos de la Restauración criticaban con dureza al Gobierno y a la Monarquía. El deterioro de la economía, la crisis política e institucional y un distanciamiento de los intereses que fueron su sustento, acabaron con esa falsa sensación de prosperidad económica y finiquitaron el sistema. El fracaso del régimen repercutió totalmente sobre el dictador. Perdió el apoyo de los industriales, terratenientes, el ejército y del propio monarca. A finales de enero de 1930 dimitió y se exilió en Paris, ciudad donde fallecería.
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