30.4.09

Actualidad religiosa. El mes de mayo, mes de flores, mes de María


30/04/09, Callosa d´en Sarria
Mayo es el mes de las flores, de la primavera.
También, Mayo es el mes en el que todos recuerdan a su madre y las flores son el regalo más frecuente de los hijos para agasajar a quien les dio la vida. Por otro lado, todos saben que este mes es el ideal para estar al aire libre, rodeado de la belleza natural de nuestros campos. Precisamente por esto, porque todo lo que nos rodea nos debe recordar a nuestro Creador, este mes se lo dedicamos a la más delicada de todas sus creaturas: la santísima Virgen María, alma delicada que ofreció su vida al cuidado y servicio de Jesucristo, nuestro redentor. La devoción filial a la Virgen ha ido creciendo a lo largo de los dos milenios de vida cristiana. El Señor Jesús, desde lo alto de la Cruz, la inicia cuando dice a todos, en aquel que es el apóstol fiel por excelencia: ¡Hijo, ahí tienes a tu Madre! Al hablar así desde la Cruz revela el misterio de la maternidad espiritual. Ella, ¡la Madre de Dios!, como la llamó el Concilio de Éfeso, es ¡Madre nuestra! Jesús nos señala a María y nos invita a recibirla como Madre. Es su Testamento de amor.
El Concilio Vaticano II señalaba que algunos tienen “una excesiva estrechez del espíritu, cuando se trata de la dignidad de la Madre de Dios”. Cuatro décadas después se podría repetir algo semejante. Me contaron hace algunos años que un conocido intelectual se acerca a un obispo y le dice: “Monseñor tengo un problema que necesito resolver”. “Diga usted”, responde. “Entre todas las vírgenes, la del Carmen, la Merced, María Auxiliadora, Remedios y otras más cuál fue la Madre de Jesús”. Parece broma, pero no lo es. Hay quienes, lamentablemente, a pesar de muchos laureles del mundo se encuentran sumidos en una oscura ignorancia en relación a la fe. El obispo le respondió: “Sólo hay una Virgen Madre de Dios, que recibe muchos nombres. Se llaman advocaciones. Todos esos nombres se refieren a la misma persona, María de Nazaret, Madre de Jesús, Señor y Dios nuestro”.
As de la Iglesia con una actitud intolerante, fundamentalista, racionalista –que no es lo mismo que racional-, u orgullosa. Por ignorancia de las enseñanzas eclesiales se cometen burdos errores. Pero lastimosamente encontramos también inauditas y ofensivas afirmaciones en agresivos inquisidores anticatólicos.
Sin embargo el Pueblo de Dios, con una fe aprendida en el hogar y categorizada en el Catecismo, comprende el don inmenso que el Señor Jesús nos hizo al darnos a María como Madre, y así verla como modelo de las madres. En María resplandecen las virtudes, escuela para los hijos de la Iglesia.

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