21.9.11

Arte y cultura. Los centros parroquiales

Por Francisco Sanchis Gadea

La “Acción Católica” es una asociación de fieles surgida en el mismo seno de la iglesia católica, fundada en Italia bajo las directrices del papa Pío XI. En España aparece como “círculos católicos” y protagoniza, a partir de 1940, las manifestaciones religiosas de una iglesia que, tras la II República y posterior Guerra Civil, adquiere un nuevo y destacado protagonismo al recuperar su poder e influencia. A finales de esta década se constituye el “Secretariado Nacional de Caridad” y se crea la organización “Caritas”, dependiente de la “Acción Católica Española”, con el deseo de unificar las distintas obras benéficas -ejercicios espirituales, misiones, vocaciones, catequesis, etc.- de la iglesia.

El controvertido Pío XII fue quien quiso que el servicio de caridad de la iglesia se denominase “Caritas” -palabra que proviene del latín y significa “amor” aunque en castellano se traduce como “caridad”- en todos los países y dependiese de las Diócesis. El Gobierno Español, aislado internacionalmente, no recela diseñar un sistema educativo pues solo le interesa trasmitir ideología patriótica y encarga, a la recién creada Caritas, la promoción, recepción y distribución de la Ayuda Social Norteamericana, principalmente alimentos y ropa, que el Gobierno Estadounidense donó a través de “Caritas Norteamericana” a varios países europeos en situación de pobreza, entre ellos España. Dicha Ayuda Social se recepcionada a través de las parroquias, almacenándose en las Rectorías y distribuyéndose en las escuelas.

Los “Centros Parroquiales” son un nombre genérico bajo el cual se incluyen las “obras marginales o caritativas” que la iglesia realizaba en los barrios de las ciudades y los pueblos.

Tomaron diversas denominaciones según la persona que había cedido, desinteresadamente, el inmueble, a la parroquia, para la realización de una obra social-cristiana, generalmente gentes pudientes y profundamente religiosas. Surgieron en la década de los años cincuenta por iniciativa de las denominadas obras de proyección apostólica, generalmente la “Acción Católica”. La finalidad de estos lugares parroquiales era tanto responder a las necesidades asociativas y culturales de cierto sector de la población, jóvenes, como crear un espacio de ocio de acuerdo con los postulados religiosos. Bajo el amparo de las parroquias y a iniciativa de sus párrocos se crearon, normalizados y estructurados por las Diócesis, dichos centros, en barrios y pueblos, para ofrecer actividades sociales, recreativas y deportivas.

Para su regulación se realizaban subscripciones a revistas de información general dirigidas a las familias con una lectura orientada desde el humanismo cristiano. De aquellas publicaciones que vieron la luz en esos años merece mencionar a “Mundo Cristiano” que todavía esta presente en un significativo número de hogares. Fundada en 1963 por el periodista Javier Ayesta, su finalidad era informar y formar, con inspiración cristiana, sobre las cuestiones que podían interesar a las familias.

El tiempo no se detuvo; a principios de la década de los setenta la sociedad española principia una transformación política y social; otras formas de vida, turismo, desarrollo económico, cambios en las instituciones y la estructura familiar. Los jóvenes no se conformaban con las reglas de convivencia que les querían imponer, con la moralidad del momento. La tímida apertura intelectual y la reforma en los planes de enseñanza facilitaron el acceso a los estudios, medios y superiores, a un número creciente de ellos permitiéndoles dar respuesta a los cambios que iban aconteciendo.

Los “Centros Parroquiales” ocuparon un vacío existente en aquella época de carencias e imposiciones de todo tipo siendo testigos de los cambios generacionales en cierto sector de la juventud de aquel periodo pero con el paso de los años fueron desmereciendo por el anquilosamiento de sus postulados.

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