26.1.11

Arte y Cultura. LOS MOLINOS HARINEROS


Por Francisco Sanchis Gadea

Licenciado en Ciencias Matemáticas


Los molinos harineros forman parte del llamado “Patrimonio Hidráulico”; representaron una muestra de ingeniería, un recurso económico y una cultura. Su actividad se basaba en moler los cereales y convertir el grano en harina, es decir, transformar la producción iniciando el proceso de elaboración del alimento básico de la sociedad tradicional. Sus orígenes siguen siendo confusos aunque utilizaban una técnica, aseguran, anterior a la época árabe, probablemente de origen romano aunque en aquella se expandieron y evolucionaron. Esta hidráulica sigue siendo un modelo para las técnicas modernas y, en ocasiones, se les ha denominado “molinos romanos”. Algunos de ellos, inicios de siglo XX, se transformaron en pequeñas centrales eléctricas o “fábricas de luz”, aprovechando sus construcciones pues se servían, también, de la energía del agua para impulsar una turbina que producía energía eléctrica.

Estaban construidos con una mampostería de baja calidad a orillas de los cauces en parajes de singular belleza. La edificación se divida en una zona destinada a la molienda donde albergaba toda la maquinaria y otra utilizada como vivienda. La captación de las aguas se efectuaba a través de una acequia que las conducía hasta el interior del cubo. El “cubo de presión” es el elemento más sólido del molino; se trata de un depósito cilíndrico, construido con hormigón de cal viva, exento de hierro, perfectamente compactado, cuya función era almacenar el agua.

Realizada la limpieza del grano, se depositaba en una caja de madera piramidal invertida. Al abrir el cubo, el agua almacenada imprimía la fuerza motriz necesaria para mover las palas de una rueda que a través de un eje vertical trasmitía su giro a la “muela/as” formada por dos piedras circulares que girando una de ellas sobre la otra, fija, en un plano horizontal, trituraban los cereales que se esparcían sobre ambas obteniéndose la harina.

Los molinos eran derechos señoriales, estaban en manos del poder que los cedía en arrendamiento y siempre disfrutaron de preferencia respecto al riego aunque existiera una reglamentación que establecía las disponibilidades para uso del agua. Los señores feudales favorecieron su expansión pues veían aumentadas sus rentas mediante la recaudación de tributos. Los molineros solían cobrar por su trabajo en metálico o mediante una porción de grano o harina, sistema conocido por el nombre de “maquila”.

Durante los meses de octubre a junio funcionaban a pleno rendimiento disminuyendo su producción los estíos. Desarrollaron una gran actividad hasta la dictadura de Primo de Rivera iniciándose un periodo de cierta decadencia pero el estallido de la conflagración española les proporcionó un nuevo auge pues la población se vio obligada a sembrar trigo y maíz para subsistir. Finalizada la contienda, siguió una etapa triste que fue difícil para esta zona republicana con una escasez de alimentos que asolaba a la población, distribuyéndose de nuevo las cartillas de racionamiento y los molinos prosiguieron su actividad pues el pan se convirtió en un elemento de primera necesidad.

Las nuevas técnicas dieron paso a la criba mecánica; de la luz solar y velas al gas carburo y luz eléctrica. El transcurso del tiempo, la evolución de nuestra sociedad dio lugar a que estos lugares emblemáticos con abundancia de agua, fauna y vegetación, dejaran de funcionar, a mitad de la anterior centuria, por su escasa rentabilidad.

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