Por Javier Garcia Barrera, CORC, Párroco de Callosa d´en Sarrià
Celebramos en toda la Iglesia la fiesta solemne de la Santísima Trinidad, confesión de nuestro Credo en que se fundamenta toda vida cristiana. Dios se hace cercano al revelársenos en la presencia eucarística, misterio de fe y misterio de luz en la vida de la Iglesia.
En este marco litúrgico, hoy tenemos un recuerdo particular por quienes en la Iglesia han sido llamados a la vida consagrada contemplativa. Los monjes, las monjas y la vida eremítica ofrecen a la comunidad cristiana y al mundo de hoy, necesitado más que nunca de auténticos valores espirituales, un anuncio silencioso y un testimonio humilde del misterio trinitario.
Es en torno a la Eucaristía en donde la comunidad se reúne cada mañana para ofrecer un nuevo día y cantar las alabanzas primeras; es allí en donde celebra la fuerza del pan santo que nutre y sostiene; es también ahí en donde al caer de cada tarde se vuelve a convocar a los hermanos para dar gracias y para seguir pidiendo gracia.
Junto a esta celebración de la Iglesia universal, acompañamos al primer grupo de 28 niños que reciben por primera vez la Comunión en nuestra parroquia de San Juan Bautista de Callosa D’ en Sarrià, Si comulgamos al Señor, hacemos nuestro todo lo que es Dios Amor y lo que Dios ama.
Rogamos a nuestra Patrona, la Virgen de las Injurias en este año Jubilar, que les contempla desde el altar mayor, para que les ayude, con la responsabilidad de sus padres a perseverar en su encuentro dominical con Cristo palabra y pan de vida eterna.
La Iglesia recuerda a los padres de familia, la obligación ineludible de brindar a sus hijos una educación integral, que les prepara para ser personas de bien y felices. La Primera Comunión, no es el final, sino el principio de una relación de amistad con Cristo, una formación básica de religión, que necesita seguir creciendo y fortaleciéndose hasta llegar a la madurez.
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