13.2.09

Artículo de opinión. Rodolfo Llopis.

Por Francisco Sanchis Gadea

Rodolfo Llopis Ferrándiz nació, 27 de febrero de 1895, en Callosa d’en Sarria, localidad donde su padre se encontraba al mando del destacamento de la Guardia Civil. Principio sus estudios en Alicante que tendrían su continuidad en la escuela Normal de Madrid. Obtenida su brillante licenciatura, fue profesor en la Normal de Cuenca donde se instruyó en las técnicas pedagógicas.
Ingresó, 1917, en la UGT y el partido Socialista, participando en política con el advenimiento de la II República, obteniendo un acta de diputado por Alicante en las tres legislaturas. Durante el Bienio Reformista es nombrado Director General de Primera Enseñanza, alma mater de la reforma educativa aplicada, caracterizándose por la construcción y equipamiento de escuelas primarias por todo el país. Ganó la cátedra de Pedagogía por la escuela Normal de Madrid, autor de varios libros políticos y pedagógicos. Durante el transcurso de la guerra civil fue Subsecretario de Presidencia en el Gobierno de Largo Caballero; al finalizar la contienda se exilio en Francia, residiendo en Albi, ciudad próxima a Toulouse.
Las tres tendencias que surgieron en el socialismo Republicano, lideradas por Besteiro, Prieto y Largo, lograron superar sus enormes diferencias y formalizar una agrupación renovada cuya prioridad fue la recuperación de la democracia española. El I Congreso en el exilio, septiembre de 1944, selló la reconciliación eligiéndose una ejecutiva de convivencia cuyo secretario general fue Rodolfo Llopis. Durante tres décadas dirigió los destinos del PSOE con gran capacidad política e intelectual promoviendo un discurso democrático de presencia en distintos organismos internacionales relacionándose con líderes europeos pues llegó a presidir, 1947, el Gobierno de la República Española en el exilio.
Un grupo de jóvenes socialistas del interior, logró tomar las riendas del partido y desplazar al veterano líder -XII Congreso de Toulouse del año 1972- que no quiso transigir de sus postulados, desconfianzas y formas, produciéndose una escisión entre socialistas “históricos y renovados”.
Retornó, 20 de enero de 1976, a España, recibiendo una multitudinaria acogida en Alicante. Un día después, almorzó en Polop, junto algunos amigos, recordando sus visitas durante las campañas electorales pero se percibía cierto cansancio en su persona, contaba 82 años, seguía con sus mismos antagonismos y carecía de la agilidad política que le caracterizó. En abril de 1976 -aún no estaba legalizado el PSOE- se iniciaron en Polop unas conversaciones, que tendrían continuidad en Madrid, con la finalidad de conseguir la reunificación de los dos sectores. Asistieron, entre otros, Manuel Turrión, Juan Zarrias, Alfonso Fernández, Sócrates Gómez y Joaquín Fuster pero no se consiguió un total acuerdo por la intransigencia de algunos dirigentes.
Rodolfo Llopis, forzado por las circunstancias, presentó su candidatura al Senado, en las primeras elecciones democráticas, por la Alianza Socialista Democrática en la que los históricos se integraron y no obtuvo el éxito deseado. Volvió a Francia sumido en una profunda crisis emocional agravada al contraer una enfermedad que le tuvo apartado de la vida política y no le abandonaría hasta su fallecimiento, ocurrido en Albi, el 22 de julio de 1983. Su biógrafo, mi buen amigo Bruno Vargas, profesor de la Universidad de Toulouse afirmó que su gran error, en su dilatada trayectoria política, fue no acompañar a ese movimiento progresista que había llegado a un partido, entonces centenario. Su fuerza moral y natural habría ayudado al PSOE a no incurrir en algunos errores políticos y estratégicos.

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