En las montañas de la Marina Baixa se encuentran la mayoría de los picos de mayor altitud de la Comunidad Valenciana. Sierra Aitana tiene las alturas más importantes de la provincia de Alicante (culmina a los 1.558 m). El monte Ponoig (1.181m., Polop) y el Puig Campana (1.410 m., Finestrat) atraen a sus espectaculares paredes y cresteras escaladores de toda Europa. Hoy les hablaremos de uno de los montes más significativos de esta Sierra , el monte Ponoig.
Desde siempre los habitantes de Polop de la Marina han convivido con la silueta de un gigantesco “León Dormido”, el Monte Ponoig, una mole que vierte sus mejores precipicios hacia el sur. Desde su primera escalada, hace 30 años, hasta el momento, 41 itinerarios jalonan las paredes sur y este sobre un magnífico decorado calcáreo con el mar Mediterráneo como telón de fondo. Por los años 70, en Polop de la Marina se respira un profundo y agradable olor de azahares. Hace ya tiempo que se han adueñado del lugar los árboles frutales: nísperos, almendros, naranjos, etc. y por encima del característico perfume una gigantesca silueta de caliza blanquecina extiende su figura y se deja ver desde la mismísima costa. La que contemplaron los musulmanes cuando entonces arrancaban a estas tierras viñedos para elaborar vino y pasas. La que contemplo el botánico valenciano Cavanilles en el siglo XVIII, atraído a esas tierras por el encanto de su vegetación.
Hace un siglo escaso, desde sus expediciones literarias, el escritor alicantino Gabriel Miró se fijó en ella animándose a rebautizarla como ya muchos debieron haberla imaginado en la intimidad: un plácido león dormido. Pero de momento nadie se percata por encima de Polop de un matiz que reclama en silencio esa singular porción de paisaje. A los ojos de los lugareños son sólo unas bonitas paredes, allí, por encima de su bonito pueblo.
Un día de 1970, los ingleses Brian Royle y Kim Meldrum se acercan a lo que, con un poco de imaginación, podría ser la peluda oreja y la trepan hasta la nuca. Callan de momento, pero ya de vuelta en su país, envían una postal en forma de artículo, donde se puede leer: "Sus paredes se elevan con presuntuosa grandeza dolomítica junto a la costa alcanzando hasta los 600 m de altura". Ya lo sabíamos pero el lector inglés no y el texto no repara en piropos: "Región con un enorme potencial (...) cimas apenas visitadas de un gran atractivo (...) grandes áreas de escalada del futuro"...
No tardaron pues los valencianos en encaramarse, esta vez más a la izquierda. Y entre ceja y ceja (con un poco más de imaginación) Javier Pí, Joan Adalid y Carlos Torregrosa logran recorrer, tras varios intentos, la gran cabeza del León. Ya estrenado el primer espolón como de los Ingleses, esta vía, de corte más atrevido, habría de llamarse la de los Valencianos…
Una vez descubierto el tesoro, todos los escaladores soñaron con su correspondiente subida, y no tardaron en desembarcar los catalanes. Con un trazado más corto pero también más concentrado que no dudan en bautizar como Cataluña.
En las dos temporadas siguientes los valencianos rematan el trabajo. A finales del 75 suben estos por el mismo centro de la cara Este. Una atrevida vía donde les sorprendió una copiosa. Los valencianos también reparan en que, al girar, la pared gana desnivel y dos de ellos, no dudan pasado el verano en volver a colgarse esta vez sobre el sector orientado hacia el sur. La vía Salvador Allende sería el primer itinerario que transcurra sobre el impresionante sector izquierdo de la pared.
Todos esos itinerarios o senderos ecológicos sirven para descubrir la rica flora, fauna y por supuesto el precioso paisaje que se abre desde el Monte Ponoig. Al mismo tiempo debe servir como nuevas alternativas al turismo de montaña, deseoso de conocer el interior de nuestras tierras y oír el magnífico rugido de león dormido que nos quita la respiración con sus imponentes precipicios y sus sobrecogedoras vistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario