1.3.12

Historia y Cultura. La batalla del Ebro (2ª Parte)

Por Francisco Sanchis Gadea

Centenares de barcas repletas de soldados van cruzando, en pocos minutos, los, aproximadamente, cien metros del ancho del río por diferentes pasos menores con el fin de distraer al enemigo pues el principal esfuerzo se desarrolla en el sector central. Las primeras fases del ataque están dando resultados positivos; utilizando la sorpresa y el arrojo las vanguardias republicanas de los cuerpos de ejército han abierto una gran brecha. Los sublevados dedican parte de sus efectivos de reserva para atender a estas zonas determinadas y no refuerzan el sector principal por lo que los republicanos avanzan, inicialmente, sin medios de transporte, sin armas pesadas, conquistando enormes tramos de terreno y diversos pueblos ribereños.
La sorpresa inicial es tremenda y ante la imposibilidad de hacer frente a la avalancha republicana los sublevados tienen que paralizar operaciones en Andalucía y el frente de Levante para desplazarlas al Ebro. Con ello el primer objetivo por el que se organizó la operación del Ebro estaba cumplido. La aviación franquista, Legión Cóndor, acude rápidamente a la zona y realiza ataques masivos sobre los medios de paso del río sin que aparezca, inexplicablemente, la republicana.
Por otro lado, abren las compuertas de los embalses de Camarasa y Tremp en Lérida provocando una gran crecida del río que arrastra hombres, pasarelas y vehículos por la fuerza del agua y el choque de troncos de árboles a los que se les ha adosado explosivos. Los ingenieros republicanos reconstruyen con rapidez las pasarelas y puentes para seguir permitiendo el paso de cargas pesadas.
En las primeras semanas, la República se mostraba eufórica pues todo parecía indicar que la suerte había cambiado mejorando su posición. El Presidente Azaña, que ya no contaba con poder de decisión, confía en la mediación internacional para poner fin al conflicto, objetivo que no comparte gran parte del Gobierno y los principales valedores del ejército del Ebro.
A finales de agosto los golpistas inician una gran contraofensiva, -conservan y se hacen fuertes en significativos puntos-, combatiéndose encarnizadamente y con grandes bajas por ambos lados. Los republicanos seguían manteniendo posiciones aunque la aviación franquista, con evidente superioridad sobre la republicana, se empleaba a fondo, obligándoles a retroceder. Negrin insiste en seguir actuando contundentemente en el Ebro para hacer ver a las democracias occidentales que la República sigue viva.
Asimismo los combatientes extranjeros de ambos ejércitos, las Brigadas Internacionales, se retiran en virtud de la postura del Comité de No Intervención. La retirada no tuvo consecuencias militares pero la esperanza republicana se desvanece al pactar, ingleses y franceses, con Hitler abandonado a Checoslovaquia, valedora de la República.
Las limitaciones del ejército del Ebro se hacen cada día más evidentes. A la sorpresa, moral y valentía hace falta formación y coordinación. Se ha conseguido prestigio internacional pero la operación militar presenta puntos oscuros pues los cuerpos de ejército han sufrido excesivas bajas. Poco a poco los franquistas se organizan, llegando al equilibrio. Según se van concentrando más fuerzas franquistas avanzar es más difícil. El ejército republicano se va agotando con el desvanecimiento del flanco Sur.
A principios de noviembre, ya con las primeras nieves, varias posiciones republicanas tienen que ser abandonadas ante las acometidas de los blindados nacionalistas. Las tropas republicanas vuelven a cruzar, como pueden, en sentido inverso, el Ebro, abandonando material militar y volando los puentes. Tras varios meses de lucha, la batalla del Ebro tocaba su fin, las perdidas humanas fueron tremendas. La actitud de Gran Bretaña y Francia con Alemania fue el acontecimiento político que alejó el triunfo republicano. La perdida militar del Ebro ya preparaba el camino de la caída de Cataluña y anunciaba el fin de la República.

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